Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2020

LA TAREA DEL DIARIO

A mis alumnos     Si tuviera que mandarles estos días a mis alumnos una tarea de calado, les encomendaría la de escribir un diario.    El pasado 21 de marzo, Scott Kelly, astronauta de la NASA ya jubilado, quien pasó casi un año en la Estación Espacial Internacional, publicó en el periódico norteamericano The New York Times una serie de consejos para sobrellevar mejor el confinamiento del coronavirus.    Aparte de otras recomendaciones como seguir un horario, mantener un ritmo, acostarse a la misma hora cada día, realizar pasatiempos, estar en contacto con gente querida, escuchar a los expertos, trabajar de la mejor manera posible, Kelly señala la importancia de ir escribiendo un diario.    El astronauta retirado nos aconseja intentar describir lo que estamos experimentando a través de los cinco sentidos o escribir sobre nuestros recuerdos. Esa escritura tendrá el efecto de ayudarnos a poner nuestras experiencias en perspectiva y nos permitirá, más adelante,

EL TEATRO EN LAS AULAS

       A Conchita y Luisa, mis queridas compañeras de Utrera    Es una verdadera lástima que el teatro escolar haya tenido muy mala salud en los últimos tiempos. No quiero detenerme en las causas de este hecho, pero lo cierto es que los alumnos de ahora no tienen ni mucho menos la pasión por el teatro que nosotros, sus profesores, heredamos de los nuestros.    Muchos de los profesores de mi generación, los del medio siglo (año arriba o abajo), cuando éramos alumnos actuábamos en las funciones escolares con una fruición digna de ser mencionada. En mi caso concreto, recuerdo haber participado en murgas de carnaval, imitaciones y en actuaciones teatrales cuyos textos los elaborábamos los propios alumnos.     Con mis amigos “Rafi” y Ángel escribí varias obras de teatro en las que el protagonista era un tal Antonio, un periodista que iba siempre en busca de noticias frescas. Creo recordar que una de aquellas obras la llegamos a representar los compañeros de curso con a

OLVIDAMOS AMAR

   A mi suegro, el profesor Rogelio Reyes, que tantas lecciones tiene aún que enseñar a sus queridos alumnos    En la lista de películas relacionadas con la educación que publiqué ayer en este blog olvidé mencionar una de las que mejor han tratado la relación de un profesor con sus alumnos en los nuevos tiempos: Profesor Lazhar (Philippe Falardeau, Canadá, 2011).    Está ambientada en un colegio de primaria de Montreal, adonde llega, como sustituto de una maestra suicida, Bachir Lazhar, un refugiado argelino que a su vez arrastra consigo el drama de haber tenido que huir de su país en circunstancias trágicas.    A pesar del ambiente de duelo en la clase, de las dificultades del profesor para integrarse en la cultura canadiense, de su tragedia personal, de la presión del entorno docente (padres, colegas o directivos), Lazhar logra el milagro de conectar perfectamente con sus alumnos para llevar a cabo un aprendizaje real basado en la lectura y la escritura y tambié

LA ASIGNATURA PENDIENTE DEL CINE EN LAS AULAS

A mi compañero y amigo Rojo, enamorado como yo de La gran belleza    Hace unos años que, a los centros escolares de toda España, empezaron a llegar las pizarras digitales, las cuales fueron instaladas al lado de (o en lugar de) las pizarras clásicas de tiza de toda la vida.    Dejando a un lado el asunto, no baladí por otra parte, de los problemas de mantenimiento de dichas pizarras digitales, hay que decir que han supuesto una auténtica revolución en la explicación de determinadas materias.    Sin embargo, no creo que hayamos sabido utilizarlas para explicar una asignatura que aún está pendiente de aparecer en los currículos establecidos por las leyes educativas: el cine.    Solo se utilizan las pizarras digitales para poner películas en circunstancias excepcionales: huelgas, días finales de trimestre o de curso en que apenas hay alumnos... Y además muchas veces son películas del gusto de los alumnos, que hasta llegan a traértelas en un lápiz de memoria para “ex

EL REFUGIO DE LOS LIBROS

   A mis compañeros y amigos Alberto Torres y Paco García, así como a la memoria de Juanita, mi querida vecina de Riotinto, que ayer tuvo el imperdonable detalle de dejarnos y de llevarse consigo su gracia almonteña    Emily Dickinson (1830-1886), una de las más exquisitas poetisas de la historia de la literatura, quien apenas publicó sus versos en vida, dejó en su poemario Carta al mundo un magnífico poema sin título, dedicado a la pasión por los libros antiguos: U n precioso, refinado placer el encontrarse con un libro antiguo vestido a la manera de su tiempo; un privilegio, creo, tomar su venerable mano, calentarla en la nuestra, y volver, a través de algún pasaje, hasta los tiempos en los que era joven, indagar sus curiosas opiniones, ir desplegando su conocimiento sobre aquello que ambos tenemos en común, desde su vieja letra; lo que los estudiosos apreciaban entonces, y en qué se competía cuando una certidumbre era Platón,

¿DÓNDE ESTABAS, QUERIDA?

A mi esposa, Eva María Reyes, a quien tanto quiero    ¿Dónde estabas, querida? Había perdido tu rastro hace tiempo, cuando en pantallas de toda especie quise  encontrar destellos agridulces de tu belleza.    Te repudié por otras amantes: por leves pompas de vanidad digital que en el aire de la tarde se deshacían; por breves notas informativas que apenas llegaban a la altura de tus pies; por noticias banales de seres absurdos que apenas alimentaban el seco  hondón del pozo de mi alma.    Te abandoné, igual que se abandona un tesoro, en la puerta de mi casa. Y te dije adiós, para que no volvieras nunca.    ¿Dónde has estado desde entonces, querida? Te busco ahora por las esquinas, atento a cada verso que traen las ondas de radio; a cada trozo de papel de periódico que me habla de ti; a cada imagen, entre otras muchas que me causan pavor, que me recuerde tu precioso rostro.    Vuelvo a ti como un niño travieso a las faldas de su madre, como un hijo pródigo al s

EL SILENCIO DE ESTOS DÍAS EXTRAÑOS

A mi amigo Raimundo, que nos va a servir pronto la mejor cerveza del mundo    Vivo encima de un bar, cerrado estos días a causa del confinamiento. En estas fechas debería ser todas las tardes un hervidero de gente del barrio en torno a conversaciones de fútbol o de la Cuaresma que va terminando. A veces, en situaciones normales, los parroquianos gritan más de la cuenta a horas intempestivas, y a uno le cuesta concentrarse en la lectura del periódico o del libro, en la meditación o en el deseo de dormir, una vez apagada la luz de la mesita de noche.    Sin embargo, son voces que no terminan de molestar demasiado, porque ya sabemos que vivimos en una sociedad tan ruidosa que hasta en los tanatorios somos capaces de montar una feria de conversaciones en voz altisonante.    El ruido de alguna manera exorciza los fantasmas y nos protege. Forma parte de nuestra cultura hispánica, quizás porque nunca nos hemos parado a ver del todo las ventajas del silencio. Se da un

EL VIRUS DE LAS REDES ANTISOCIALES

A mi amigo Carlos Ambrosio, con todo mi afecto    “Oculta tu vida”. Esa máxima de Epicuro, filósofo griego del siglo III antes de Cristo, cobra, en estos momentos de confinamiento por la pandemia de coronavirus (Corona para los amigos), un sentido inusitado desde hace pocos días, debido a que ahora nos estamos dando cuenta de hasta qué punto hemos dejado nuestras vidas al descubierto, para regocijo de Mark Zuckerberg (dueño de WhatsApp, Facebook e Instagram) y demás propietarios de empresas relacionadas con el uso de nuestros datos (Twitter et cetera ).    Todos ellos convierten en beneficios económicos la adicción a la dopamina que produce en nosotros el estar continuamente enganchados a sus redes y, curiosamente, todos ellos tienen a sus hijos en colegios no-tech (sin tecnología), en los que están prohibidas todas las pantallas.    El artista norteamericano Andy Warhol dijo en 1968 la siguiente frase, que ha pasado a la posteridad: “En el futuro, todos será