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Pensamientos sobre educación (IX)



Pienso que las causas de muchos males de la educación actual están, por supuesto, en la sociedad en que vivimos, la cual no favorece para nada la exigencia. Al contrario: el modelo de individuo que pretende el sistema social es un ser acrítico, que no piense y sólo valga para consumir y votar lo que interese en cada momento. Ése es el motivo, creo, de que los profesores estemos cada vez más ahogados por el papeleo, por una "burrocracia" absurda que logra que no pensemos y que, por tanto, no hagamos pensar a nuestros alumnos. El pensamiento es peligroso, por lo que debe evitarse que generaciones enteras de estudiantes puedan hacer uso de él. Y esto está llegando ya a la Universidad: la Declaración de Bolonia no es otra cosa que el intento de implantar el "espíritu Logse" en la Universidad, que debería estar regida por la independencia de criterio. En esta sociedad adocenada, bien alimentada y acrítica es muy difícil proponer un modelo de educación que tenga en la independencia, la crítica y, por tanto, el ansia de libertad, sus principales valores. La televisión, paradigma de esta relativización de los valores del esfuerzo y el sacrificio, no ayuda en esta tarea, más bien la dificulta e impide. La "supermodelo" que no sabía dónde estaba Santander es un ejemplo de esta escala de valores inversa en la que nos hallamos actualmente. La base de un cambio profundo debe estar en la clase social más numerosa y la más perjudicada: la clase media. Movilicémosla y la sociedad saldrá de esta crisis de valores fortalecida y vivificada.
¿Por qué no planteamos a TVE la necesidad de crear más programas de televisión basados en el buen uso del lenguaje?A ver si conseguimos que el burro beba porque él lo quiera.
Creo que tenemos claros los objetivos de una necesaria movilización educativa, pero nos falta algo muy importante: comunicar nuestras procupaciones e intereses al resto de la sociedad. Es fundamental promover foros de opinión, así como crear programas de televisión que hablen de la cultura, de los libros y los estudios de una forma llana y no llena de banalidades y de pedantería superflua y, sobre todo, hace falta concienciar a esa mayoría de personas que se dedican a ver la televisión toda una tarde de un sábado cualquiera de que es fundamental la comunicación con su familia. Esa educación sentimental es una de las carencias más graves de esta sociedad nuestra tan contradictoria, y de ahí vienen muchos de sus males. En mi ciudad salgo muchas tardes con mi hija y echo en falta más actividades para los niños: por ejemplo, más cuentacuentos y exposiciones y no tantos columpios; los niños no pueden pasarse toda su infancia columpiándose como unos lelos porque no lo son. Pero faltan mecanismos para hacer llegar nuestros deseos a los políticos locales, regionales o nacionales.
Ya no sirve en la era de Internet el voto cada cuatro años, porque la sociedad cambia hoy a una velocidad vertiginosa. Hay que fomentar las listas abiertas, el voto electrónico (¡cuánto dinero y papel ahorraría a la Administración!) y la consulta a la ciudadanía acerca de temas de su interés más inmediato. La cultura tiene un efecto curioso: cuanto más se quiere divulgar, más se desvirtúa. Hoy creo que una de las claves es el "modelo de cultura" que se quiere promover: hay que democratizar la cultura, pero hacerlo de verdad, sin sacralizarla porque eso la desvirtúa, pero tampoco sin frivolizarla porque eso la anula. Creo que debemos realizar un proceso de reflexión acerca de cuál es el modelo de cultura que debe ser difundido en la sociedad (en la televisión, en las escuelas, en los institutos, en las familias, en los trabajos...). Sé que es enorme el trabajo que planteo, que supone una transformación importante de los actuales modelos de individuos que triunfan, pero por algo hay que empezar: ¿NO SERÍA CONVENIENTE QUE FOMENTEMOS EL DÍA INTERNACIONAL SIN TELEVISIÓN?.
Pienso que si queremos formar un grupo de presión debemos abordar ante todo la tarea de definir nuestros objetivos. El problema es que esos objetivos pueden ser muy variados: la tarea es compleja porque habría primero que definirlos y luego intentar concienciar a la sociedad de sus virtudes. Por ejemplo, un objetivo básico sería, en mi opinión, la educación emocional, la expresión de los sentimientos de una manera natural en las familias. Pienso que de la inexistencia de dicha educación vienen muchos de los males que afligen a esta sociedad. Pero claro: hay que difundir este mensaje. ¿Recuerdan la campaña electoral de Albert Rivera, de Ciutadans, en la que aparecía él desnudo? Por desgracia, muchas veces estas actuaciones son la única salida para que colectivos minoritarios tengan un hueco en la sociedad o en los medios (bueno: ambas cosas son lo mismo). ¿Tendremos que desnudarnos pidiendo una mejor educación emocional en las familias? Bueno, no pido tanto, al menos de momento. Lo que es cierto es que tenemos que extender nuestra movilización a otros sectores de la sociedad que tienen más influencia como, por ejemplo, los periodistas. Por desgracia, los objetivos que nosotros podemos plantear no son "mediáticos" precisamente, no venden anuncios en televisión, por lo que también tengo mis dudas. Sin embargo, nos debe mover la fuerza del sentido común que, como sabemos, es desgraciadamente el menos común de los sentidos. En esta época en que vivimos sobran imágenes y faltan palabras. Necesitamos textos que transmitan las emociones que escondemos continuamente, necesitamos literatura que alivie nuestros miedos, poemas que nos ayuden a sentir, a ser humanos.Esta es mi propuesta: PROPONGO QUE EN LAS CADENAS DE TELEVISIÓN PÚBLICAS SE DEDIQUEN ALGUNOS MINUTOS AL DÍA A LA LECTURA DE TEXTOS LITERARIOS. ASÍ SE HIZO CON MOTIVO DEL CUARTO CENTENARIO DE LA PUBLICACIÓN DE "EL QUIJOTE". ¿AHORA QUÉ PASA? ¿COMO ESTE AÑO NO HAY NINGÚN ACONTECIMIENTO LITERARIO "MEDIÁTICO" DE ESE TIPO NO SE PUEDE HACER?

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