A la memoria de Gabriel García Márquez Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía tuvo el presentimiento de que las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra. * El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar durmió mal al recordar lo inevitable del destino de los amores contrariados. Soñó que toda aquella maldita novela de su vida era una mezcla de otras vidas inventadas, otra cagada más del pájaro de Gabo.