→Sensación que tiene el escritor de que la vida se le escapa por su literatura, de que ésta nunca puede reflejar el mundo, la sociedad cada vez más cambiante. Cuando termina la novela han cambiado él y la sociedad, de ahí el impulso de rehacer su obra, en un intento vano de simultanear su novela y su vida. Es éste el temor al punto final.
→Érase un hombre a un móvil pegado. ¿Por qué un gran número de los usuarios de teléfonos móviles, como se ha comprobado recientemente en un estudio estadístico, los utilizan en un 90% de ocasiones para hablar de sus teléfonos móviles?
(...) EL AUTOR: Les diré entonces a los que me acusan de conservadurismo que me da igual que lo hagan, que no dejaré de criticar al caciquismo del igualitarismo actual (hay que poner límites a la libertad y hoy tiene más derechos quien más se queja y grita). ¿Que me acusan de libertario? Pues me da igual también, no dejaré de criticar el excesivo neoliberalismo consumista de la actualidad y sus devastadoras consecuencias, la marginación en los barrios periféricos del capitalismo. Pero, ¿y usted?, ¿con qué se queda de mi obra?
EL LECTOR: Mire, yo también hago mis pinitos en esto de la escritura. He escrito ya dos ensayos aún inéditos que creo tienen puntos de semejanza con algunas ideas suyas: La teoría del error y La idea y el ejemplo. En el primero critico la idea de que hay que equivocarse para aprender, cuando está demostrado que es mejor favorecer el trabajo bien hecho que el error. En el segundo señalo que la principal diferencia entre la naturaleza del cerebro de un niño y el de un adulto se basa en que el primero se centra en ejemplos y el segundo en ideas. Así, para hablar de la educación, por ejemplo, un niño pondrá muchos ejemplos de maestros, profesores, clases y compañeros diferentes, mientras el adulto simplificará ese batiburrillo reduciéndolo a una serie de ideas (la disciplina, la importancia de la cultura, lo bien que está la educación ahora...).
A.: Perdone, pero no creo que ahora la educación esté tan bien. Es más, creo que está peor que nunca, porque genera analfabetos funcionales que son los que sirven al sistema.
L.:¡Otra sandez! ¿No será primero la gallina antes que el huevo? Dígame usted quién crea esos analfabetos: ¿no serán responsables la televisión que padecemos o la propia sociedad, que reduce sus niveles de exigencia y excelencia hasta límites nunca vistos? Mire usted, yo soy pedagogo y...
A.: ¿Pedagogo?, ¿que es usted un pedagogo?[...]
Comentarios