Sólo
sé que no sé nada (Sócrates).
NO
SÉ cuántas personas habrán visto ya el vídeo, grabado
ilegalmente, en el que un profesor andaluz de enseñanza secundaria,
intentando explicar su actuación en un examen y acosado por sus
alumnos, pierde los nervios y sufre un ataque de ansiedad en plena
clase.
NO
SÉ si esa imagen del profesor gritando como animal perseguido ha
hecho reír a muchos, aunque desde luego a otros lo que nos ha
provocado ha sido una pena infinita.
NO
SÉ si quien grabó esas imágenes era consciente de que había
conseguido tener entre las manos unos instantes de las horas más bajas de una persona.
NO
SÉ si los padres del cámara alguna vez le habrán hablado del
trabajo que les supone a muchos profesores (algunos de ellos con
problemas psíquicos derivados del estrés de su trabajo) aparecer
todos los días lectivos delante de sus alumnos para intentar enseñarles, con todo el arrojo y toda la valentía de que son capaces, una parte de lo que tanto les costó aprender a ellos
mismos.
NO
SÉ si quien subió a Youtube esa grabación se lo pensó
antes de dañar irreversiblemente la imagen de un profesional de la
enseñanza de reconocido prestigio en su campo.
NO
SÉ de qué modo se puede evitar que una grabación como ésa, que
atenta contra la dignidad de una persona, lleve días circulando
libremente por Internet como un virus dañino y terriblemente
infeccioso.
NO
SÉ por qué demonios las leyes españolas impiden un castigo
realmente ejemplar a los menores que han cometido esta tropelía.
TAMPOCO
SÉ (¡hay tantas cosas que desconozco!) por qué se permite que
estos vídeos denominados virales puedan ser comentados por un
coro de voces irresponsables dispuestas a hacer en este caso cualquier crítica,
muchas veces plagada de faltas ortográficas, tanto a los
responsables de la grabación como incluso al propio profesor,
destacando su incompetencia para manejar aquel grupo de
niñitos.
La
verdad es que a estas alturas uno ya no entiende nada.
Se
ha hablado mucho de que aún no hemos tocado fondo en la crisis de la
educación en este país, pero nunca se ha señalado cuál es ese
fondo.
Yo
creo que, si existe, ese fondo está presente en el vídeo
mencionado: en la actitud salvaje y acosadora de esos alumnos, que no
respetan la autoridad del profesor; en la impotencia del docente,
amargado por no poder enseñar toda su verdad; en los comentarios
ruidosos del coro mediático, dispuesto en todo momento a hacer leña
del árbol caído y a malinterpretar, en unos segundos de imágenes,
la actitud de un profesional competente a lo largo de toda una larga
etapa laboral; en el morbo de los miles de espectadores del vídeo,
quienes se ríen del sufrimiento de un funcionario, sufrimiento que
es muestra palpable de la impotencia de muchos ante la cínica, impune y
desalmada actuación de muchos jóvenes de hoy...
NO
SÉ muchas cosas de este feo asunto, pero sí al menos una: HASTA QUE
ESE VÍDEO NO DEJE DE CIRCULAR el daño que está causando a la
imagen de ese profesor y a la de todo el cuerpo docente de este país
será infinito. Sólo entonces habremos empezado a salir del fondo al
que hemos llegado ya con esas imágenes lastimosas, sólo entonces
podremos hablar de una auténtica regeneración moral de la figura
del profesor en la enseñanza secundaria de este país.
Comentarios