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GREGUERÍAS Y GOLLERÍAS DE RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA

 


gollería

De or. inc.

1. f. Manjar exquisito y delicado.

2. f. coloq. Delicadeza, superfluidad.

 

(Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, versión 23.4)

 

 

        En la entrada de la semana pasada hablamos del banquete-homenaje a don Nadie en el café de Pombo de Madrid en mayo de 1922, organizado por la tertulia radicada en dicho café. Hoy necesariamente hemos de escribir sobre el genial fundador y mantenedor de dicha reunión semanal de “modernistas”, como se nombraba entonces a los artistas de vanguardia.

Ramón Gómez de la Serna (Madrid, 1888-Buenos Aires, 1963) o simplemente Ramón, es uno de los escritores más sorprendentes del siglo XX por su original obra literaria, que participa de muchos géneros –novela, teatro, ensayo, biografía...- y por las andanzas de una vida viajera, bohemia y surrealista que ha logrado eclipsar en ocasiones la fama de sus escritos.

Es considerado el introductor en España de los primeros movimientos de vanguardia desde la tribuna de la revista Prometeo (Madrid, 1908-1912), espacio literario en el que aparece la primera greguería ramoniana conocida, que data de 1912, aunque él afirme que las primeras son de 1910.

Su primer volumen de greguerías publicado es de 1917 (Greguerías, Valencia, editorial Prometeo). La greguería es una innovación original de Gómez de la Serna que él mismo definió con la siguiente fórmula magistral:

 

Metáfora + Humor = Greguería.

 

Esos dos elementos, la metáfora poética y el humor, se dan la mano en una frase corta de dos o tres líneas como máximo en la mayoría de las ocasiones. A veces se encuentran también algunas en obras extensas suyas, como por ejemplo sus novelas. 

He aquí algunas greguerías ya clásicas:

 

Un consomé de hotel es un agua que se toma por superstición, como las beatas el agua bendita... Es tal vez el agua bendita caliente.

 

En verano no se debiera fumar. Es echar leña al fuego.

 

Delante del escaparate de una tienda de máquinas fotográficas se imagina uno que es una celebridad, un Primer Ministro; por ejemplo, que sale de Palacio bajo una lluvia de instantáneas.

 

No será verdad, pero el elefante parece llevar los tirantes sueltos. 

 

El que parte salchichón es un monedero falso.

 

El león tiene altavoz propio.

 

El rayo es una especie de sacacorchos encolerizado.

 

En los museos de reproducciones escultóricas es donde los papás oyen a los niños las cosas más insólitas:

-¡Papá, a mí aún no me ha salido la hoja!  

 

Las greguerías, reunidas en varios libros y difundidas en varios idiomas por numerosos periódicos y revistas del mundo, constituyen la parte más conocida y popular de la obra de Gómez de la Serna.

Ramón fue el alma de las reuniones de los escritores jóvenes españoles desde la tertulia del café de Pombo situado en pleno corazón de Madrid, en la calle Carretas y a cien pasos de la Puerta del Sol. Fue un curioso contraste que de aquel castizo lugar, llamado por Ramón la Sagrada Cripta de Pombo, salieran los más avanzados y caprichosos rumbos de la literatura contemporánea española. “Siempre me pareció un café vetusto, pero tendrá gracia que en él se cobijen y alboroten los más modernistas”, escribió en su autobiografía, que lleva el curioso título de Automoribundia


“Banquete de fisonomías y trajes de época o cena de antepasados” (café de Pombo, 13-2-1923), que se hizo coincidir con la fecha del fallecimiento de Larra.


Con su extraordinario dinamismo, Gómez de la Serna logró convertir a Pombo en una verdadera institución nacional. Desde allí conquistó renombre universal. Todo el mundo de las letras españolas de ese momento desfiló por allí, lo mismo que el hispanoamericano y extranjero.

Los pombianos -escritores, poetas y humoristas en su mayoría- eran rivales de los poetas de vanguardia ultraístas (los sevillanos Cansinos-Asséns e Isaac del Vando, el argentino Borges, el madrileño Guillermo de Torre, etc.), aunque tuvieron algunos momentos de encuentro. Cansinos rememora esas rivalidades literarias y personales en su libro El movimiento V P, documento en clave literaria del ascenso, la caída y la desaparición del ultraísmo.



Ramón entrevista a su muñeca de cera en El Torreón.

En Madrid, Ramón tenía varios cuartos alquilados en diferentes barrios de la ciudad, en extremos opuestos, y cada vez que salía a la caza de greguerías o de motivos de inspiración, al hallarse con una ocurrencia, se dirigía al cuarto-escritorio más cercano, que estaba convenientemente provisto de mesa, papel, pluma y tinteros, y allí trazaba lo que acababa de concebir, con grandes letras en tinta roja siempre y sobre un papel amarillo.



El Torreón, en la calle Velázquez nº4
(foto tomada del libro de Rafael Flórez, Ramón de Ramones, edit.Bitácora, Madrid 1988).

Su casa habitación estaba situada en una moderna avenida de Madrid y en ella había reunido una colección de fantasías indescriptibles. A esta especie de tienda de chamarilero la había llamado El Torreón, y en ella, bajo un techo estrellado del que colgaban globos de cristal de diferentes colores, había acumulado muñecas que decían mamá; relojes cucú; jaulas de canario en que los canarios eran de trapo pero, si se les apretaba un resorte, lanzaban una canción; cajas de música; peces dorados..., en suma, todo un almacén de curiosidades y juguetes típicos del siglo anterior. Era un Rastro en pequeño, fruto de su afición a curiosear por los puestos del tradicional mercadillo madrileño. Como vemos, casticismo y modernidad siempre estaban presentes en Ramón, pero no contradiciéndose, sino complementándose. 

Como fruto de su amor al casticismo, aparte de su amor por el café de Pombo o por el Rastro, hay que destacar también su adoración por el merendero de La Bombilla ("la Bombi" para los hijos del pueblo de Madrid o "gatos").

En medio de su intensa actividad literaria y periodística, Gómez de la Serna viajaba constantemente por diferentes ciudades españolas, por Portugal y Francia, dictando conferencias humorísticas para las que ideaba las sorpresas más disparatadas e inverosímiles.

Para dar amenidad a las suyas, él discurría verdaderas proezas y acrobacias. En cierta ocasión, se subió al trapecio de un circo en Madrid y desde allí leyó una conferencia. En el Cirque d’Hiver de París, trepó al lomo de un elefante, desde el cual pronunció un discurso en francés. Estas conferencias humorísticas de Ramón hay que ponerlas en relación con las experiencias dadaístas del happening y con el deseo de romper con la solemnidad de la literatura y la oratoria, que era de base romántica.

En Gijón, después de sentarse en el estrado, de preparar un vaso de agua y extender las cuartillas, mientras el público estaba pendiente de lo que iba a decir, se comió una vela que había en una palmatoria y que en realidad era un plátano. Invitado a hablar en otra ocasión en la Academia de Jurisprudencia de Madrid, leyó él mismo una carta en la que se disculpaba de no poder asistir al acto por encontrarse enfermo.



En 1923, el Circo Americano homenajeó al cronista y como parte del programa, Ramón leyó un divertido discurso desde lo alto de un trapecio sosteniendo un largo papel y creando un nuevo género de oratoria, «el orador de trapecio».




En un cine madrileño, salió a escena vestido de smoking, con la cara y las manos pintadas de negro, a pronunciar un discurso sobre el jazz.


Otras conferencias famosas las dio vestido de torero, de Napoleón, de cirujano en un quirófano autentico... Una de las más famosas, por haber sido filmada por Feliciano Vitores en 1928, es la experiencia dadaísta (hoy diríamos monólogo cómico) en la que Ramón, como un gran orador, manipula dos monóculos y una gran mano postiza en el madrileño Parque del Retiro. Nos explica las virtudes de su monóculo sin cristal para ver lo oculto de las cosas, imita al gallo en varias modalidades y termina señalando las utilidades de la mano postiza: convencer y seducir, marcar los cinco argumentos del orador, tranquilizar a las masas, indicarles el camino y, por último, marcar el sitio para aterrizar en el final del discurso (recordemos que el aeroplano es una imagen recurrente en las estéticas vanguardistas de principios del siglo XX).



Ramón en una de sus celebradas performances.


Estas charlas cómicas eran desternillantes y tenían mucho éxito. Por ejemplo, Isabel García Lorca (la hermana pequeña del poeta) cuenta en Recuerdos míos que Gómez de la Serna participó en 1922 en el Concurso de Cante Jondo de Granada como conferenciante invitado, pero que no pudo llegar a pronunciar su conferencia porque, cada vez que abría la boca, el público, con más guasa que entusiasmo, estallaba en aplausos.



Ramón en el Rastro de Madrid.




En el merendero madrileño La Bombilla.

En 1931, Gómez de la Serna realizó su primer viaje a Sudamérica, en gira de conferencias. En Chile, los médicos de Santiago, conociendo su vena humorística, le ofrecieron un banquete en el pabellón de operaciones de la Escuela de Medicina, vestidos todos con sus uniformes blancos y utilizando sus bisturíes a modo de cuchillos, mientras el vino descendía de irrigadores y por todas partes había conejillos de indias vivos. “Fue algo macabro, frenético y divertido en que la pechuga de gallina sabía a otra cosa y los tomates a corazón”, escribió Ramón evocando aquel almuerzo. Durante aquel viaje, conoció en Buenos Aires a Luisa Sofovich, con la que contrajo su segundo matrimonio.

 

Di nuevas conferencias en Amigos del Arte [Buenos Aires, 1933] bajo los auspicios de mi hada madrina, señora de Elizalde, y hablé sobre el toreo vestido con traje de luces, hablé en primera persona como Napoleón vestido de Napoleón, de Goya vestido de su época y del Greco con ferreruelo y gola, frente a una reproducción que mandé a hacer de El caballero de la mano en el pecho, y que mediante un artilugio distendía el brazo después de tenerlo en cabestrillo durante siglos, y sobre los Medios Seres vestido de medio ser, para lo que mandé teñir medio traje príncipe de Gales y me embadurné media cara.


Ramón Gómez de la Serna, Automoribundia, capítulo LXXVI (Buenos Aires, Sudamericana, 1948).

 


Medio ser.



Ramón en el papel de Napoleón.



Vestido de luces para una de las suyas.

 

Al estallar la guerra civil española, Ramón volvió nuevamente con su esposa a Buenos Aires, salvando lo que pudo de su inverosímil colección de fotografías, pisapapeles y bolitas de cristal. En Argentina fijó su residencia, prosiguiendo su actividad literaria, que abarca casi el centenar de títulos.

De su numerosa bibliografía, algunas obras importantes son El incongruente, su novela predilecta, que narra la historia de Gustavo, nacido en un palco durante una representación de la ópera Los hugonotes, y que se convierte en actor de cine; El torero Caracho, donde Gómez de la Serna narra las aventuras del torero de este nombre, hijo de una portera madrileña y de un sereno; o Los muertos, las muertas y otras fantasmagorías, recopilación de consideraciones, construidas enteramente alrededor del tema de la muerte, ilustrada por toda una antología de epitafios, algunos de ellos sumamente curiosos y originales. Hay que mencionar además Ramonismo, El doctor inverosímil, El chalet de las rosas, El circo, Gollerías, El novelista, El secreto del acueducto y la obra de teatro Los medios seres, así como la ya mencionada Automoribundia.

Aunque volvió algunas veces a España, Ramón se instaló definitivamente en Buenos Aires al casarse con Luisa Sofovich, y allí murió el 12 de enero de 1963.

 

Volviendo a las greguerías de Ramón, hay que decir que él ilustró personalmente con dibujos muchas de las miles que compuso, en su afán de integrar dibujo y literatura. Lo hizo en libros como Variaciones (1922), Ramonismo (1922), Ismos (1931), Pombo (1941), El circo (1943), Gollerías (1946), Trampantojos (1947) o en su Automoribundia (1948).

La greguería ramoniana está muy relacionada, salvando las lógicas distancias, con la literatura emblemática del Siglo de Oro. El Libro de emblemas de Andrés Alciato (1492-1550), con sus versos latinos que hablan de temas clásicos como el amor, la virtud o la fortuna, ilustrados con grabados, se publicó en 1531 y tuvo gran difusión en los ambientes literarios y artísticos de la época, influyendo en la iconografía visual y literaria de la misma. No olvidemos que el tópico de Horacio ut pictura poesis (“así como la pintura, la poesía”) desde la Antigüedad clásica abordaba la cuestión de considerar esas dos artes como una sola. 

Y de este modo nos podemos plantear: si la poesía nace muchas veces de una sensación que entra por la vista, el sentido más noble de todos según los tratadistas clásicos, ¿no resulta entonces que ambas, poesía e imagen, constituyen un todo que puede ser recreado unitariamente por autor y lector? ¿no sucede esto con las greguerías pictóricas ramonianas?

 

 

Quis sit Amor, plures olim cecinere Poetae,

Eius qui vario nomine gesta ferunt...

 

In statuam Amoris, Emblema CXIV del Libro de emblemas de Alciato.

 

 

¿Quiere Vd. ver los emblemas de Alciato en Internet?

Teclee www.mun.ca/alciato

 

Hay muchas clasificaciones de las greguerías de Ramón, algunas poco prácticas, pero es indudable que deben considerarse siempre en todo análisis de estas las que han sido concebidas partiendo de una sensación visual previa que puede ser plasmada ya en un dibujo, ya con palabras o de ambas formas a la vez.

En este sentido, Ramón, como vanguardista pionero, introduce en España, con otras formas y géneros además de sus greguerías pictóricas, y ayudado de su gran ingenio verbal y su capacidad para el dibujo, la búsqueda del arte total que pretenderán los movimientos literarios y artísticos que inauguran la modernidad entre nosotros.

Recordemos la importancia que los poetas de vanguardia darán a los poemas visuales, a los collages, a la cartelería y a otros recursos que incluyen tipografía, dibujo, pintura y expresión literaria en unidades artísticas que difícilmente pueden ser segmentadas por la ya mencionada concepción global que tenían de la obra artística.

Una actividad didáctica muy interesante, que he trabajado en otros cursos con mis alumnos, es mandarles la tarea de que ilustren greguerías de Gómez de la Serna o de su propia invención. Esas “greguerías pictóricas” -como él las llamaba- pueden luego ser expuestas en una exposición que decore un pasillo en la zona noble del centro escolar.

En estos tiempos de pandemia, nada mejor que reivindicar una figura como la del genial Ramón Gómez de la Serna, quien fue fruto de una época en que la vanguardia estaba ligada al humorismo visual y literario.

Ojalá vuelvan nuevamente tiempos de una concepción más natural, más divertida y menos mercantilista de la obra artística.

 


Poema visual del ultraísta sevillano Isaac del Vando Villar (1890-1963)


¿Quiere Vd. investigar por su cuenta acerca del poema visual? Apunte entonces los nombres de Joan Brossa y Chema Madoz.

 

Bibliografía:

 

GÓMEZ DE LA SERNA, Ramón: Antología, ed. de Agustín Muñoz-Alonso (Bruño, nº 39 de la colección Anaquel, Madrid, 1995).

GÓMEZ DE LA SERNA, Ramón: Gollerías, estudio preliminar de Juan Alcina Franch (Bruguera, Barcelona, 1968).

GÓMEZ DE LA SERNA, Ramón: Greguerías. Selección 1910-1960, ed. de César Nicolás (Espasa Calpe, nº 179 de la colección Austral, Madrid, 1940).

GÓMEZ DE LA SERNA, Ramón: Greguerías, ed. de Rodolfo Cardona (Cátedra, nº 108 de la colección Letras Hispánicas, Madrid, 1997).

UMBRAL, Francisco: Ramón y las vanguardias (Espasa-Calpe, nº 50 de la colección Selecciones Austral, Madrid, 1978).

 

Páginas web:

 

www.ramongomezdelaserna.net 

Perfil de Twitter de Chema Madoz.

Perfil de Instagram de David Vela.

https://www.oocities.org/greguerias/


Con Dios.

                       

 

 

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