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SUSURROS DE PALABRAS EN EL VIENTO
EL SUPERHOMBRE MULTITAREA
Querido lector:
Hace unos días estuve en casa de un amigo y me puse
a ver con su hija una serie para preadolescentes
norteamericana.
En una de las secuencias, una chica muy mona con
muchas curvas y apariencia de muñeca perfecta pretendía hacer
gracia con su papel de heroína de la multitarea: «Mira lo
buena que soy que he estado haciendo dos cosas al mismo tiempo: he
preparado unos macarrones al tiempo que me he aprendido un parlamento
de Macbeth. He estado entonces macberroneando. Jejeje
(risas enlatadas)».
La gracia, como ven, estaba donde la espalda pierde
su casto nombre.
El caso es que la niña que estaba a mi lado, la hija
de mi amigo, se rio de la gracieta aquella, pero yo en el fondo la
compadecí. «Pobre -pensé-, tan joven y ya le están metiendo en la
cabeza las ventajas de ser una persona multitarea».
Dicho suceso me dio que pensar que el modelo de
individuo que se está imponiendo es el del superhombre-orquesta,
importado del país que primero te llama y luego te asusta, EE UU.
Parece que todos hemos nacido en Manhattan debido a esta forma de
vida yanqui que hemos asumido como borreguitos, como por ejemplo esta
necesidad de ser hombres para todo en cualquier momento.
El caso es que no está mal que uno sea polivalente,
o sea, que sepa desempeñar distintas funciones, pero que las tenga
que realizar todas a la vez, rápido y de contino es un asunto más
serio.
Un servidor se siente muchas veces en este mundo de
locos un bicho extremadamente raro. En vez de la búsqueda de la
contemplación, el silencio y la quietud, lo que buscan muchos hoy,
alienados por el ritmo impuesto por el sistema, es el ir a
matacaballo viendo sin ver lo que los rodea, enfangándose en el
ruido y en la ultraactividad (hasta existen palabros
como éste para definir no sé qué del mundo laboral).
Lo peor no es sólo que se pretenda que los
individuos acabemos pronto en el patio de los quietos víctimas de
esta actividad frenética antes de cumplir la edad de jubilación
(que también), sino sobre todo la falta de calma con que vamos, cual
burros con anteojeras, de un lado para otro.
Antonio Machado escribió, en unos preciosos versos
de sus Proverbios y cantares, lo siguiente:
Despacito y buena letra:
el hacer las cosas bien
importa más que el hacerlas.
He aquí explicada, con mejor pluma que la mía y con
menos palabras, esta verdad esencial de la vida.
Así pues, querido lector, lo animo a Vd. a hacer
bien su faena, aunque sólo sea una. Y la multitarea para los
norteamericanos con sus series de m...miércoles.
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