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LAS DOS
ESPAÑAS (MICROTEATRO BASADO EN UN HECHO REAL SUCEDIDO A UN AMIGO
HACE UNOS DÍAS EN UNA EXTRAVAGANTE LIBRERÍA HISPALENSE, SEGUIDO DE
UNA REFLEXIÓN):
Acto I
Un
cliente lleva un buen rato hojeando las últimas publicaciones. Al ir
a salir, otro cliente está pagando un libro.
CLIENTE
1º.- (Al dueño.)
Disculpe, ¿tienen ustedes algo sobre meditación?
DUEÑO.-
(Apurado.) No, de ese
tema no tenemos nada.
CLIENTE
2º.- (Con tono soberbio.)
¡A menudo sitio has venido tú a preguntar!
(Silencio
ominoso.)
Acto II
(Los
dos clientes salen de la librería. Ya en la calle, ante la tensión
que se ha creado, se intenta aliviarla de algún modo.)
CLIENTE
1º.- No es éste el sitio entonces, ¿no?
(El
CLIENTE 2º mira de perfil al CLIENTE 1º. Está a punto de
responderle, pero en el último segundo se muerde la boca y se marcha
hacia la izquierda, sin decir nada. El CLIENTE 1º tira hacia la
derecha.)
LA
REFLEXIÓN: En algo han mejorado las dos Españas. En los años
treinta del pasado siglo estas disputas se resolvían a balazos.
Ahora, las armas son únicamente verbales, dialécticas. Eso sí, si
la tensión política se radicaliza, ¿qué será de este país de
genética cainita? (Ésta es pregunta que admite dos posibles
respuestas:
CLIENTE
1º.-Dios nos pille confesados.
CLIENTE
2º.-Salud y república).
***
CATACLISMO
De
pronto, un día, la gente desapareció de las estaciones de tren, de
los pasillos de los centros de trabajo, de las aceras...
Tan sólo
quedó de ellas su recuerdo en los anuncios publicitarios repartidos
por toda la ciudad y en las fotografías de las páginas de los
diarios, que recorrían las calles vacías sacudidas por el viento de
septiembre.
Como
consecuencia de una prolongada exposición a la tele-basura, había
atacado a casi toda la especie humana un virus mortal: la pereza de
salir a la calle.
La basura
empezó a acumularse en las casas y en las cabezas, impidiendo el
reposo.
Definitivamente,
los malos aires de los miasmas inmundos acabaron con todos, hasta con
el último representante de la humanidad, un viejo filósofo que se
había ido a vivir a las montañas, ajeno a los desechos televisivos
y entregado a la escondida senda de la iluminación.
Pero
quedaron sus escritos, los cuales a nosotros, alienígenas del
planeta Q, después de remover montes y montes de basura, nos
devolvieron la esperanza.
Por eso,
en nuestros televisores sólo vemos documentales de animales extintos
hace milenios.
***
CUADROS
VESPERTINOS
Cae la
tarde sobre la ciudad. Las nubes de abril, ligeras y veloces,
arreboladas por los últimos estertores rosáceos del ocaso, se
llevan lejos los recuerdos del día que fenece.
En una
ventana, en la otra orilla de la calle, una pareja discute
acaloradamente en una cocina. Caen platos al suelo.
En el
ático del mismo bloque, las sombras de dos cuerpos enlazados
juguetean con los pliegues de una cortina, movida por la leve brisa
del lubricán.
Veo todo
eso y luego cierro los ojos. A pesar de que escucho los gritos de la
discusión de una pareja y los gemidos de otra, permanezco sólo
atento al piar de los pájaros, perfecto sonido de la primavera.
Lejos de
las efusiones sentimentales, de los afectos, de las pasiones del
ánimo, medito, y allá en el fondo de mi laguna interior me veo como
una célula más de un gran cuerpo, el mundo, en el que todo está
bien hecho.
De
pronto, cesa todo ruido.
El
silencio me invade. Seguiré buscando por acá en que se me haga
merced, Señor.
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