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LA MEDITACIÓN









   Si hay algo que, desde que empezó el confinamiento, se ha instalado, en un nivel muy profundo de nuestras mentes, es, lógicamente, el miedo. Es un miedo irracional derivado por un lado de nuestra dificultad para comprender, por la vía del pensamiento consciente, la magnitud de esta tragedia y, por otro lado, de la saturación de informaciones (procedentes de múltiples canales) que, en lugar de calmarnos, lo que hacen es ponernos más nerviosos aún.
   En estos días de incertidumbre pienso que lo más sensato es no hacer demasiado caso a tal volumen de información y, por supuesto, saber parar a tiempo el torbellino que agita nuestros cerebros.
   Confinados en casa en un tiempo eterno, una buena idea es practicar la meditación para aplacarnos y encontrarnos en este tiempo de desasosiego.
   Igual que hemos descubierto que teníamos muchas tareas por hacer en nuestros hogares, meditar era una asignatura pendiente para la que ya no nos vale la excusa de que no tenemos tiempo.
   Recordemos la traumática experiencia de los doce niños de un equipo de fútbol atrapados en la cueva Tham Luang Nang No, al norte de Tailandia, en 2018. Su entrenador de veinticinco años, exmonje budista, guio a los niños en la meditación durante el tiempo en que estuvieron atrapados para calmar su ansiedad.
   Hace unos años que practico la meditación. En tres entradas de este blog hace tiempo me referí a la técnica y las condiciones necesarias para poder meditar en condiciones.
   Lo más difícil , dice Pablo d´Ors, autor del libro Biografía del silencio, quien nos ha conducido a muchos por este camino de silenciamiento, es llegar al convencimiento de que uno tiene que meditar. No es algo fácil, incluso para quien lo hace habitualmente.
   En los primeros días del confinamiento, dejé a un lado la meditación diaria, que había vuelto a retomar tras un primer trimestre agitado. En el nuevo tiempo en que las horas de los relojes se habían fundido como en un cuadro de Dalí, aunque parezca una paradoja, no encontraba el momento de sentarme veinticinco minutos a dejar la mente en blanco.
   Ayer, tras varios días de indecisión sobre este asunto, me senté a meditar por primera vez en varias semanas. Lo hice después de recoger la cocina tras el almuerzo. A esa hora, escuchando el chiar de los pájaros en la hora de la siesta, tomé conciencia de mi cuerpo y, una vez despejadas las nubes de tormenta de mis pensamientos, logré dejar la mente en silencio. Fue una especie de unión con el mundo natural, con la primavera que, fuera de mi casa, brotaba con fuerza inusitada
   Creemos muchas veces que podemos seguir adelante a pesar de todas las dificultades que nos salen al paso, pero hay ocasiones en que la vida nos pone en el disparadero, y esta es una de ellas.
   En Youtube hay muchos vídeos de Pablo d´Ors, charlas o presentaciones de libros en las que, con voz pausada y una palabra justa y equilibrada, nacida de la experiencia del silencio, nos explica cómo y por qué meditar.
   En este asunto, como en todos, hay miles de capas. Puede uno sumergirse en la espiritualidad sufí o en la de Charles de Foucauld o simplemente buscar una técnica sencilla de meditación que nos ayude a encontrarnos con nuestro yo más puro y sincero, con vistas a impedir que el bombardeo de nuestro pensamiento consciente termine de agotarnos y deprimirnos.
   Queridos lectores, yo buscaría los vídeos más cortos de Pablo d´Ors en Youtube para iniciarme en el camino de la meditación. Si les terminan iluminando, pasaría luego a los más profundos.
   Añado aquí el audio de una charla sobre meditación que Pablo dio hace unos años en el colegio Claret de Sevilla.
   En otras épocas he intentado meditar con alumnos en clase, en semanas de exámenes por ejemplo, cuando han estado muy sometidos a una presión desmedida. Sin embargo, dejé de hacerlo porque, para meditar en grupo, todos tienen que estar muy decididos. Si acaso, puede intentarse con los alumnos de 1º de ESO, pues su inocencia y su entrega al profesor lo pueden permitir en general, salvo casos contados de alumnos inmaduros y chistosos con quienes es imposible hacerlo.
   Según Pablo d´Ors, lo más efectivo en estos casos es que el maestro o profesor medite en su casa y luego, ante los alumnos, intente transmitirles las ventajas de hacerlo hablando de su propia experiencia meditativa o recomendando lecturas y vídeos.
   Sin embargo, pienso que una asignatura pendiente en los centros educativos es la de enseñar a los alumnos, mediante una programación de muchas actividades en los centros,  a controlar sus emociones a través de técnicas (tan de moda estos días de teleconferencias) como la meditación, el yoga, el mindfulness o cualquier otro medio que sirva para transmitirles calma y, lo más importante, la idea de que ellos pueden llevar a cabo por sí mismos el control de sus impulsos y emociones, tarea fundamental para el aprendizaje emocional, según Daniel Goleman.
   Para la meditación con niños he encontrado esta página con ejercicios guiados. Nos pide una contraseña, que es plataformameditacion15.
   Meditar nos lleva a encontrar el silencio y la calma, la paz con nosotros mismos. Es el primer paso para llegar a la raíz de nuestros sueños y a los palacios de nuestra mente, que nos esperan sin tiempo en lo más profundo del hondón de nuestras almas.
   Deseo, queridos lectores, que encuentren estos días de desasosiego la calma en la práctica de la meditación. Para ello, no hace falta nada más que un espacio solitario, un tiempo sin ruido, una silla y un cuerpo sentado en ella para escuchar simplemente el piar de los pájaros.
   Por ello escribo y rezo. ¡Resistiremos!  



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