Fotografía de Ramón Simón.
Aquella noche el rey de Harlem, con una durísima cuchara,
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una durísima cuchara.
Los negros lloraban confundidos
entre paraguas y soles de oro...
Federico García Lorca: Poeta en Nueva York.
Hay Dolores que queman rostros, que agostan lágrimas, que arrancan ojos.
Contemplo tu imagen dolorida, Virgen del Buen Fin, en la fotografía de un buen amigo. Tu rostro, tus lágrimas, tus ojos... ¡Tus ojos! ¿Qué pena tan grande los ha arrancado de tu bella cara? ¿Es que acaso no tenías delante candelas que los iluminasen? ¿Qué ruines mineros encontraron el filón de oro de tu mirada?
No..., es verdad, tu Dolor es ciego, inexorablemente negro como la pena más negra del hondón más negro del alma.
Contemplo apenas dos sombras en lo que fueron las cuencas de tus ojos y me compadezco de tu inmensa pena.
Quisiera andar a tu vera despacio, muy despacio, tan lento como fluyen los relojes por las lágrimas rojas de tu Dolor infinito, tan lento como suben los reflejos de las velas inútilmente por tu rostro en busca del consuelo de las ventanas de tu espíritu.
Y solo puedo pedirte, ¡oh, fuente de Dolores!, que calmes los míos y los de los míos en la hora del Buen Fin.
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Un abrazo
un abrazo.
Un abrazo, selor Mantenedor