Las nubes son la imagen del tiempo...
Azorín, Castilla, 1912.
El 8 de junio se cumplieron 150 años del nacimiento en
Monóvar (Alicante) de José Augusto Trinidad Martínez Ruiz, más conocido por su
pseudónimo, Azorín.
El pasado domingo el premio Nobel Mario Vargas Llosa lo elogiaba de esta manera en su columna de El país: “No hay en su
generación ningún escritor que tenga su precisión y su elegancia, y lo más extraordinario
es que muchas de sus crónicas que ahora nos deslumbran las escribió en las
tardes apresuradas, tal vez sin corregirlas, como los mejores prosistas europeos”.
Recordemos que Vargas Llosa dedicó su discurso de ingreso en la RAE
a las discretas ficciones del alicantino.
He de decir que Azorín es el escritor del que tengo en casa más libros (creo
que son unos 18).
Me
ha fascinado siempre su estilo demorado y poético, capaz de captar momentos
irrelevantes y eternos de las vidas de los pueblos.
Mi consejo para iniciarse en su obra sería el de empezar a leer dos grandes
libros: sus recuerdos de infancia (Confesiones de un pequeño filósofo) y una antología de textos titulada Castilla. Es uno de los más grandes
escritores de nuestro idioma.
Hace unos días, buscando un nuevo podcast con que alimentarme, me encontré con una joya en la aplicación Podium Podcast. Es un conjunto de textos de Azorín y una entrevista al escritor en el programa literario Antología personal, del año 1952.
Incluyo aquí el enlace a dicho podcast, en el que me
llaman la atención la declamación solemne, teatral y engolada de los
periodistas de radio, así como las respuestas rápidas directas e incluso secas
(de gran lucidez, de magnífico discernimiento) del escritor de 79 años, por
entonces ya retirado de la pluma.
El entrevistador (¿quizás Pablo Puche?) es un tanto adulador y a
veces no deja hablar al gran Azorín, quien sin embargo deja oír su discurso
tajante, largamente meditado.
Demuestra aquí Azorín su capacidad visionaria en materia
artística, pues está al tanto de las corrientes de la creación de entonces, como
por ejemplo del cine, género que entusiasmaba a las masas.
Sus opiniones siguen siendo de una asombrosa modernidad.
Incluyo la transcripción casi completa del programa tal y como
aparece en Podium Podcast. Con el símbolo [...] hago constar que no incluyo frases
repetidas e irrelevantes del entrevistador, o bien informaciones biográficas o
bibliográficas que pueden escuchar en el audio.
Sigan leyendo, porque no tiene desperdicio. Saludos cordiales.
El
maestro Azorín:
El
hombre, Azorín. Según Cruz Rueda: “Delgado, enjuto, el cabello grisea en corta
melena y ligera crencha hacia la derecha de la espejada frente. Azulean sus
ojos atentos bajo las cejas claras, fina la nariz, prietos los labios,
hendido el mentón, delicadas las manos...”.
El
estilo Azorín según Ortega y Gasset:
“Azorín,
primores de lo vulgar. En él no hay nada solemne, majestuoso, altisonante. Su
arte se insinúa hasta aquel estrato profundo de nuestro ánimo donde habitan estas
menudas emociones tornasoladas. Él aparta de sí lo magnífico, lo trágico, lo
genial, lo heroico y busca en todas partes lo trivial y baladí”.
La
obra de Azorín:
“Quiero evocar mi vida. En esta soledad, entre estos pocos libros que tantas cosas me han revelado, en estas noches plácidas, solemnes del verano, parece que resurge en mí, viva y angustiosa, toda mi vida de niño y de adolescente.
Y si dejo la mesa y salgo un momento al balcón, siento como un aguzamiento doloroso de la sensibilidad cuando oigo en la lejanía el aullido plañidero y persistente de un perro, cuando contemplo el titileo misterioso de una estrella en la inmensidad infinita.
Y entonces, estremecido, enervado, retorno a la mesa y dudo ante las
cuartillas de si un pobre hombre como yo, es decir, de si un pequeño filósofo
que vive en un grano de arena perdido en lo infinito debe estampar en el papel
los minúsculos acontecimientos”.
Recitan
fragmentos de la obra literaria de Azorín los primeros actores de la Compañía
del Teatro Nacional, José María Seoane y María Jesús Valdés:
-No, no te digo que lo que
haces no debes hacerlo. Sí, sí, lo que escribes es bonito. Tienes mucho
talento, Miguel. Lo dicen todos. Pero es que nos ha producido mucho esa
historia que has publicado. ¿Te disgusta que te diga estas cosas? Ah, trabaja,
trabaja, no quiero estorbarte. Yo trabajaré también y no te diré nada. Ah,
¿sabes que ayer tarde encontré a María Santos y me dijo que su marido ha
encontrado una colocación magnífica? Y llevaba una saya de raso. Hablo de
María. Y al cuello un sartal de corales preciosos. Todos prosperan, medran,
suben. Y nosotros... En el mundo no hay más que el dinero. Tanto tienes, tanto
vales. Yo he visto arrastrándose por el suelo a esa María Santos y ahora ya ves
con qué lujo va vestida. Si al menos pudiéramos desenvolvernos un poquito...
Todos suben, todos medran...
[...]
Nuestro escritor nació en Monóvar, provincia de Alicante, el 8 de junio de
1873, en la casa número 9 de la calle de la Cárcel, después llamada de San
Andrés y últimamente llamada de Azorín, y cursó sus primeros estudios en el
colegio de los Escolapios de la ciudad de Yecla. A esta ciudad, a Yecla,
consagra una de sus más importantes novelas, La voluntad:
“Justina,
la pobre, siente grandes agobios en su espíritu. Puche ha ido poco a poco
apartándola de los intereses mundanos. Y Justina, que es una buena muchacha,
duda si querer a Azorín es un tremendo pecado. Y como hay padres de la Iglesia
y formidables doctores que afirman gravemente que la carne es una cosa mala,
Justina está casi dispuesta a realizar el gran sacrificio de encerrar sus
gentiles formas, su epidermis sedosa, sus turgencias suaves, entre las paredes
de un convento. Esto es tremendo, pero ella lo hará. Las mujeres son ya las
únicas que sienten el atavismo de esta cosa ridícula que llamamos heroísmo.
Ella está dispuesta desde luego a abandonar el mundo. Puche la tiene ya segura.
Pero este desasosiego que ahora siente, estos bulliciosos pensamientos que, a
veces, escapan hacia Azorín le dan pena, la mortifican, la humillan,
demostrándole cosa humana, que sobre nuestra razón fría, sobre nuestros
propósitos de anulación infecunda, está nuestro corazón amoroso, desbordante de
sensualidad y de ternura...”.
Azorín
contrajo matrimonio con doña Julia Guinda de Urzanqui en la iglesia madrileña
de San José el 30 de abril de 1908.
“Llevamos
ya una hora caminando. Las colinas, los oteros y los recuestos se suceden unos
a otros siempre iguales, siempre los mismos, en un suave oleaje infinito. Reina
un denso silencio. Allá a lo lejos, entre la fronda terrena y negra brillan,
refulgen y radian las paredes nítidas de una casa. El viento amainó. Un águila
se mete sobre nosotros blandamente, se oye de tarde en tarde el abaniqueo
súbito y ruidoso de una perdiz que salta y la senda, la borrosa senda que
nosotros seguimos, desaparece, aparece, torna a esfumarse, y nosotros marchamos
lentamente, buscando el escondido caminejo perdido entre lentiscos, chaparros y
atochales”.
(Escucharon
una muestra del paisaje en Azorín).
«He
escrito en muchos sitios a lo largo de mi vivir. En Monóvar, nativo pueblo, en
Madrid, en San Sebastián, en París... No sé dónde he escrito con más fervor,
con más verdad, con más entusiasmo. He escrito en cuartillas anchas y
amarillentas, en cuartillas chicas y blancas.
He
escrito en un cuartito de estudiante, en la mesa de una redacción, en el campo,
en la ciudad, en una estación, en la mesa de mármol de un café... He escrito
por la mañana, por la tarde, a prima noche, en las horas de la madrugada, con
el alba, con la aurora, a mediodía, a la tarde... He escrito estando bueno, con
salud pletórica, enfermo, titubeante, sin sanidad y sin dolencia...
He escrito con todas las
luces, con sombras y con penumbras... He escrito con inspiración y sin
inspiración, con ganas y sin ganas. He escrito con ortografía y sin ortografía
(no doy importancia a la ortografía). He escrito novelas, cuentos, ensayos,
comedias, artículos, muchos artículos (centenares de artículos, millares de
artículos...). Allá lo veo ya todo como en una vorágine.
No
volvamos nunca la cara cuando vayamos de camino, que el camino se nos imponga.
Lo ha dicho el poeta, uno de los más grandes poetas de España, Lope de Vega:
Que
en la senda del vivir
no
ir adelante es ir atrás
y el
que a arar empieza
no
ha de volver la cabeza,
sino
arar y proseguir».
(Escuchen
a continuación la voz y el pensamiento de Azorín:) [Entrevista]
«AZORÍN: Existe hoy en
España un gran florecimiento literario. Hay anhelo en la juventud de hacer
algo, de hacer obra de arte. Se cultivan todos los géneros. Se cultiva la
erudición, sobre todo la erudición. Se cultiva la novela, se cultiva la poesía,
se cultiva el teatro. Sobre todo las novelas son muestras espléndidas y
principalmente ciertas señoras escriben novelas, han escrito novelas
admirables; y al decir esto tengo un recuerdo admirativo y de respeto para la
gran novelista Concha Espina.
PERIODISTA: Maestro, ¿usted
cree que estamos entrando en una nueva etapa de florecimiento?
AZORÍN: En un verdadero
renacimiento literario. Eso es indiscutible. Y no hay más que ver la producción
bibliográfica de España. Obviosísima e interesante en todos los órdenes.
PERIODISTA: ¿Querría
decirnos en qué prevé usted que ha de consistir este renacimiento español?
AZORÍN: Yo soy un
espectador, porque yo me considero como retirado ya de la literatura. Mi vida
literaria ha terminado. Yo escribí el primer artículo a los ocho años. Y he
estado escribiendo 70 años. Es hora de que sea un espectador. Pero un
espectador que siente verdadera alegría al ver el afán literario que hay en
España.
PERIODISTA: ¿Cree usted que,
por ejemplo, este florecimiento de las letras caminará hacia un realismo, hacia
un idealismo?
AZORÍN: No se puede hoy
hablar ya de realismo, naturalismo, idealismo, porque todas las antiguas lindes
literarias han sido borradas. De modo que hoy hay en la literatura libertad
completa. Y eso lo ve usted en el teatro, lo ve usted en la novela, lo ve usted
sobre todo en la poesía. De modo que las escuelas antiguas han terminado. Y
estamos en una nueva ebullición.
PERIODISTA: Sí, sí. Donde se
dan simultáneamente dentro de un escritor...
AZORÍN: ...todas las
estéticas. Todas las estéticas. Ahora, a mí me preocupa el cine y me preocupa
el teatro. Creo que puede haber en España un tipo de cine. Es decir, nosotros
hemos tenido un teatro nacional definido, claro y debemos tener un tipo de cine
nuestro, español. Hay hoy actores. Para mí, el cine es principalmente actor. Yo
voy al cine a ver los actores. Ha habido siempre en España, especialmente en el
siglo XIX, un gran plantel de actores, una estirpe de actores. No hay razón
para que no tengamos actor en el cine. Hay ya buenos actores. Hay guionistas
estimables. Hay directores, pero falta la cohesión interna. Y para
eso he pedido yo que se mandaran pensionados a Los Ángeles, a Hollywood. Creo
indispensable que se manden delegados, que se manden pensionados a Los Ángeles
a estudiar el cine norteamericano, para mí el primero hoy.
PERIODISTA: En cierto modo
nos ha perjudicado quizá un poco el individualismo nuestro, el individualismo
ibérico, para no lograr esa conexión de que usted ha hablado antes.
AZORÍN: No, no. Es una cosa
de arte, es una cosa de tiempo y de arte y de paciencia, sobre todo de
paciencia. Porque tiene usted una buena película, un buen cine, pero le falta
lo interior, le falta el espíritu interior. [...] No quiero citar ejemplos,
porque no quiero ser dañino, nocivo para nadie. [...] Pero falta eso. Falta lo
interior, falta una sabia interior que tenemos en el teatro clásico, el teatro
del siglo XVII.
PERIODISTA: O sea, el cine
es por ahora todo espectáculo, sin que lleve dentro un mensaje que transmitir a
las masas, un mensaje espiritual.
AZORÍN: Es una promesa muy
halagüeña, muy consoladora y debemos perseverar en lograr un tipo de cine
nacional. Un tipo de cine nacional no por el asunto, entendámonos, no por el
asunto, sino por el tono.
PERIODISTA: ¿Y qué género
ejerce mayor influencia en las masas? ¿El teatro o el cine?
AZORÍN: En las masas hoy
ejerce influencia el cine, porque los cientos y pico de cines que hay en Madrid
están llenos. Yo lo estoy viendo.
PERIODISTA: Pero la
impresión que causa una película se olvida más fácilmente...
AZORÍN: Se olvida porque el
cine, después de todo, es un arte efímero. Y ese es un aspecto de la vida
moderna, de la vida universal. Es decir, rápida, intensa y pasajera. [...] Eso
es todo, esa es la vida universal. La vida de la humanidad, no es cosa nuestra.
Ni del cine ni de [inaudible].
PERIODISTA: O sea, el arte
proyectado hacia el futuro es un arte efímero.
AZORÍN: Efímero.
PERIODISTA: ¿Referido al
cine solamente o a los diversos...?
AZORÍN: A todo. Yo no quiero
citar ahora el caso del toreo. Es un deporte y yo no voy a los toros. Pero usted
comprenderá que un torero, cinco años de toreo, en plena facultad se retira. [...]
Eso no lo tenía usted hace 50 años. Un torero, la vida de un torero eran 20, 30
años. Después de un aprendizaje de 10 o 12 años.
Quería
hablarle a usted de otra cosa: el teatro (el cine está relacionado con el
teatro). Nosotros hemos tenido un teatro nacional (lo tenemos) único en Europa.
Único en Europa. ¿Hay sede del Teatro Nacional en Madrid? El Teatro Español es
un teatro destartalado, viejo y además es un teatro municipal. [...] Yo he
dicho muchas veces que el edificio del Teatro Real debe destinarse a Teatro
Nacional. Pero insisto, quiero insistir en lo del Teatro Real. Yo no voy contra
la ópera. Creo que la ópera se debe cultivar en un teatro secundario. Pero lo
fundamental en España es que tengamos un gran edificio destinado a Teatro
Nacional. [...] La ópera y el Teatro Real responden a una estructura social
pasada, [...] [inaudible], muerta. Es decir, aristocracia en los palcos, clase
media en las butacas, pueblo en el
paraíso. Pueblo no enteramente pueblo, sino clase media pobre. [...] Eso no
existe hoy. La estructura social que representa el Teatro Real ha caducado. [...]
En eso quiero insistir. [...] Es una cosa de orgullo nacional, el que tengamos
un edificio destinado al teatro clásico. [...] Sin perjuicio de que ahí se
representen obras nuevas, naturalmente, como se estudia en la Comedia Francesa.
[...] No hay medios allí, para nada. Y en el Teatro Real los habría. Habría una
dependencia para biblioteca de teatro, otra para museo, para las habitaciones,
para el director. Estaría allí todo.
PERIODISTA: ¿Qué consejos
prácticos daría usted a [...] los escritores en general relacionados con su
estilo?
AZORÍN: Yo soy enemigo de
consejos. [...] Creo que todos los estilos son lícitos. Y creo que el arte de
escribir es instinto. No hay aprendizaje, es instinto. El escritor hace su
propio aprendizaje, su instinto. Si tiene vocación el escritor, triunfa. Y para
mis compañeros desde la radio, mi cordial saludo a todos».
Y
aquí termina, señoras y señores, el programa en cadena Antología personal,
hoy dedicado al maestro Azorín. La próxima semana, el pensamiento, la obra y la
voz de Unamuno. Agradecemos cordialmente a los grandes rotativos (ABC, Arriba,
Informaciones y La Vanguardia Española) el haberse ocupado de
nuestra emisión pasada dedicada a Baroja. Es un programa de la Sociedad
Española de Radiodifusión, realizado por Pablo Puche...
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