A mis compañeros de la biblioteca del IES María Galiana, con todo mi afecto Se había quedado dormido, como siempre, escuchando el persistente ruido de la lluvia, procedente de la emisora Abacus Rain de Londres, que su implante XG le traía por la Interred cada noche. Serían las cuatro o las cinco de la madrugada cuando lo despertó el horrísono sonido de una carcajada al otro lado de la pared, justo detrás del muro que separaba su cilindro del cubículo del norte. A partir de entonces no pudo retomar el sueño plácido en el que la mersopalina lo había sumido. Sucesivas e inquietantes pesadillas agitaron su descanso y cubrieron de sudor su cuerpo, previamente empapado por el asfixiante calor. El despertador fue como el sonido de una ametralladora en su agitada inconsciencia. El ritual del despertar fue aquel día excesivamente lento, por lo que tuvo que apresurarse para salir c...