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Mostrando entradas de enero, 2024

LOS PAPELES PERDIDOS DEL DIARIO DEL PIRATA FALCOTT

Discretos lectores: Pocas aventuras de la humanidad son tan fascinantes y desconocidas como las de los antiguos bucaneros. Ha de saber Vd. que recientemente, en una antigua manor house de Devonshire, han sido descubiertos unos papeles que pertenecen al diario del pirata Falcott. La mayor parte de aquel legajo ha sido devorado por la humedad, las larvas y el tiempo, aunque se han conservado tres fragmentos extensos que son los que hoy traemos a su consideración. Por su interés, esperemos que los disfrute. Un saludo. M. I Soy del mar. Nací en él una mañana de furias desatadas y olas terribles. De eso hace ya casi mil años. Vine a este mundo a la vez que el sol surgía débil por el horizonte acuoso, a la vez que mi madre, retorciéndose en dolores insufribles, se apagaba y gritaba febril por encima de aquella tempestad infernal. Cuando yo llegué, ella ya no estaba. Solo su grito, único recuerdo de su agonía, permanecía aún en el aire, vibrando en la bruma de aquel día

EL DESCANSO DE MARTE (Cuento)

      Para que yo me llame Ángel González, para que mi ser pese sobre el suelo, fue necesario un ancho espacio y un largo tiempo: hombres de todo mar y toda tierra, fértiles vientres de mujer, y cuerpos y más cuerpos, fundiéndose incesantes en otro cuerpo nuevo… ÁNGEL GONZÁLEZ: “Para que yo me llame Ángel González”, Áspero mundo (1955).     El alba brotaba perezosa de la tierra dormida de aquellos montes calcinados, perdidos al final del pueblo. Junto a la carretera nacional 4... surgían de la noche los muros rosados de El descanso de Marte, que a esas tempranas horas refulgían como la luz de un faro que guiaba a los navegantes motorizados hacia el frescor de sus estancias umbrosas.     Dionisio Conde, alias El Cucaracha, regentaba aquel “local de encuentros”, como él lo llamaba, desde hacía tres o cuatro años. El lupanar más famoso de la comarca debía su nombre a la imaginación de aquel poeta frustrado, amante de la mitología y las mujeres.     Hombre hiperbólico en todo,

LA NIÑA RARA (Microrrelato)

     A Fernando Moral, que ha vuelto a caer (esta vez sin remedio) en la adicción de escribir microrrelatos         Elsa era rara.      Desde pequeña había mostrado gran curiosidad por conocer el mundo. Su casa, llena de libros, había sido un fértil terreno para que creciese en ella el placer de la lectura.      En el colegio había tenido problemas para integrarse en las clases, pero fue peor en el instituto.      Ella sentía que la miraban mal. A veces, no se libraba de alguna palabra ofensiva o de algún empujón.      Un día, llegó a casa llorando.      -No te preocupes, hija -le dijo su madre.      -No llores, tienes que ser fuerte -replicó su padre.      Elsa decidió ese día que nadie más la iba a molestar, que de todos los libros que fuese leyendo sacaría las frases que les diría a quienes quisiesen hacerle daño por ser rara, por ser diferente, por ser Elsa.      Leyó poesía, novelas policiacas y picarescas para conocer las réplicas de los mafi

UN VIAJE EN LOCOMOTORA (Cuento de Navidad)

       Ana Laura, de doce años, vivía con su madre en el piso 5º B del bloque.      Habían llegado a España hacía ya tres años y las cosas no iban tan bien como ellas hubiesen querido: Elisabeth (la madre) no terminaba de encontrar ni un trabajo estable ni tampoco una pareja que la convenciera.      El padre de Ana (Víctor) se había quedado en Ecuador trabajando. Separado desde hacía cinco años de Elisabeth, les mandaba mensualmente una pensión de alimentos que era insuficiente para todos los gastos que madre e hija tenían que afrontar en España.      Para colmo, la niña iba mal en los estudios y tenía una autoestima muy baja: se miraba en el espejo y se veía gorda, demasiado morena, con granos en la cara...      Tener doce años, ser ecuatoriana y verse fea eran muchos condicionantes que impedían que pudiese sonreír.      Algunos compañeros, desde hacía ya un año, se metían con ella en el colegio. Era un acoso de baja intensidad, pero muy moles