A la memoria de Ismael Yebra Queridos lectores: La semana pasada escribí sobre la belleza y la perfección técnica de la película 1917 , sin duda una de las mejores de los últimos tiempos. En dicho escrito mencioné de pasada una escena bíblica conmovedora del filme: el militar inglés protagonista, que intenta llevar un mensaje a un destacamento que no es el suyo para evitar una carnicería, logra llegar de noche a las ruinas de un pueblo francés, donde es perseguido por soldados alemanes. Al fin, casi desesperado, logra refugiarse en el interior de una casa. Allí descubre a una madre joven con su bebé. Es un momento de calma en medio de la trepidante acción de la cinta, una escena mágica que el director Sam Mendes rueda con una poesía, un simbolismo y un detenimiento asombrosos. El mensajero y la muchacha se muestran como seres atemorizados que, en medio de las atrocidades que los rodean, logran comunicarse a pesar de la dificultad de hablar dos idio