El pasado veintidós de diciembre llegué en tren a la estación de Santa Justa de Sevilla. Aquel día, como cada año, no me había tocado la lotería de Navidad, pero volvía contento del trabajo porque estaba a punto de iniciar mis vacaciones. De pronto, antes de salir del vestíbulo lleno de gente, una chica que iba cargada con una enorme mochila salió corriendo de no sé dónde y casi choca conmigo. Me quedé mirando cómo se perdía entre el bullicio y en ese momento vi que se le cayó un cuaderno del bolso. Lo recogí del suelo y salí detrás de ella, pero no pude alcanzarla, ya que no me permitieron acceder a la rampa de acceso al tren de altísima velocidad que iba a llevarla a su destino, quizás Madrid o Barcelona. Ya en casa, después de almorzar, abrí el cuaderno. No había ningún nombre ni ninguna seña reflejados en él. Sólo estaba escrito un cuento, una historia de Navidad, que es la que reproduzco a continuación. ...