
Había una vez un literato tan huraño y misántropo que sólo saludaba en la ciudad a la estatua de Miguel de Cervantes. Buenos días, don Miguel, murmuraba al pasar a su lado.
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Hasta el máximo dirigente de la multinacional, justo antes de dormir, deja de pensar en la empresa.
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¿Por qué los días de mudanza son todos grises, tristes y lluviosos?
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En muchas ocasiones lo más antiguo se convierte, una vez transcurrido el tiempo necesario para olvidarlo, en lo más vanguardista y rompedor.
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