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La Literatura, entendida como narración de sucesos, produce una distancia épica, una separación entre el hecho, quienes lo cuentan y quienes lo escuchan o leen. Esta distancia épica también provoca que los sucesos históricos, auténticos y veraces, se lean como ficciones. Por tanto, las obras literarias, que son pura invención, se presentan como un doble engaño, como una ficción duplicada.

♣ Consumido por la fiebre de la enfermedad, me consume también la fiebre de la escritura, la sensación de transmitir algo escrito en mi alma hace siglos en un proceso de automatismo subconsciente, en una videncia que me cuesta sangre. El proceso de tránsito de la literatura en la vida (Rimbaud hablaba de la “alucinación simple”) a la literatura de la vida me hace erróneamente creer que fijo palabras hace mucho tiempo creadas a la espera de ser escritas, en un tiempo antiguo antes de nacer yo.

Esa vivencia febril de la escritura, esa fiebre del artista, dios creador, la reflejó magistralmente el poeta creacionista chileno Vicente Huidobro en su poema Arte poética, cuyo último verso es “El poeta es un pequeño Dios” (léase en su libro El espejo de agua).

La escritura, proceso entre consciente e inconsciente de transcripción de algo rumiado anteriormente, siempre llega tarde; es una vuelta de retraso a la rueda de la vida ya vivida.

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