Ir al contenido principal

ELOGIO DE LA SONRISA




    Hay sonrisas que valen un Potosí. En el instituto donde doy clase hay una de ellas.
    Vas por el pasillo o por una escalera con prisas, agobiado por el peso del calendario, cansado de madrugar y de intentar explicar en clase algo decente a quienes ni siquiera te miran a la cara cuando, de repente, te encuentras a veces con unos ojos radiantes de felicidad que destilan amor a la vida, los de una antigua alumna que aún recuerda momentos de mis clases de Literatura.
    Y en ese momento, más allá de las máscaras que nos imponen las convenciones, en el encuentro de dos almas que se miran, gracias a la profundidad de esa preciosa sonrisa, la mañana se llena de luz. Es la suya sonrisa alegre que traspasa tu máscara de profesor adusto, que desarma tu ingrato papel de pastor del vociferante rebaño de los pasillos.
    Te das cuenta entonces de lo difícil que es encontrarte hoy delante de tus ojos una sonrisa franca, sincera y abierta como ésa, heredada de sus ancestros al final de una cadena de siglos.
    La historia de una persona es también, entre otras, la historia de su rostro y en esta vida hostil, por desgracia, abundan los gestos ruines, resentidos y torcidos por encima de sonrisas amables y sin dobleces como la de esta niña, sonrisas que te hacen amar el simple hecho de estar vivo, el simple y al mismo tiempo maravilloso acto de comunicarte sin palabras con otra persona en un diálogo de complicidad y cordialidad que dura sólo un mágico instante en una escalera bulliciosa inundada de una luz sobrenatural de invierno.


Comentarios

Jesús Cotta Lobato ha dicho que…
La sonrisa es lo mejor que uno puede hacer con la cara y por eso es un regalo tan valioso.

Entradas populares de este blog

FOTOGRAFÍAS ANTIGUAS DE LA SEMANA SANTA DE SEVILLA

    DENEGACIÓN Y AUSENCIA DE LA HISTORIA   La Semana Santa no había existido nunca. Es cierto que se celebró otros años. Pero auténtica existencia no tiene hasta este Domingo de Ramos. Las otras Semanas Santas pertenecen a la Historia, es decir, al recuerdo. Y toda memoria se va, desaparece con su cauda de tiempos y acontecimientos, ante el hecho sencillo de salir los nazarenos a la calle. La Semana Santa surge en resurrección de milagro, que olvidan referencias y avatares. Por eso la Semana Santa es incapaz de filosofía e historia. En estos días no se razona. Se siente nada más. Se vive y no se recuerda. La Semana Santa no ha existido hasta ahora mismo. Queda lejana toda cuestión previa. Inútil buscarle raíces teológicas o tubérculos históricos. Nace la Semana Santa en sí, para sí y por sí. Es autóctona, autónoma y automática. Nace y crece como una planta. Dura siete días y en este tiempo germina, levanta el tallo, florece, fructifica y grana. Acaba finalme...

¿POR QUÉ NO SE CALLAN LOS ALUMNOS DE HOY?

       Querido lector:     Cuando me preguntan algunos amigos por mi agotador trabajo de profesor, siempre terminamos hablando del mismo asunto: de la cháchara interminable de muchos alumnos que sucede una y otra vez mientras el profesor está explicando.     En mi época de estudiante esto no sucedía porque simplemente te buscabas un problema si osabas interrumpir al profesor con tu charla. Entonces funcionaba aún la fórmula del jarabe de palo, por lo que los alumnos -temerosos del regletazo - nos esforzábamos en portarnos bien, estudiar y hacer las tareas.     Era aquél un sistema en el que la autoridad del maestro o del profesor era incontestable y en el que la sociedad entera podía aplicar sobre ti la autoridad. Incluso cualquier señor desconocido podía tirarte de las patillas en plena calle si veía que estabas haciendo el gamberro.     Si tus pad...

SIETE CARTAS LITERARIAS A MI HIJA

--> A la memoria de mi tía Angélica Carta primera     Querida hija:     Hace unos días inútilmente intentaste, como otras veces, que yo dejase mis papeles y me pusiera a jugar contigo al ajedrez.     Ante mi negativa, me soltaste las siguientes preguntas: “Papá, ¿por qué no me haces caso? ¿Por qué estás siempre escribiendo por las tardes?”.     Aquellas palabras me hicieron reflexionar. No supe entonces qué contestarte (ya sabes que soy de reacciones lentas), pero llevo días dándole vueltas a la respuesta.    Como no me gusta responder de cualquier manera a cuestiones importantes como ésta, he decidido contestarte por escrito, por carta, como se hacía antiguamente. En estas cartas o epístolas intentaré dar respuesta a tus preguntas y a otras muchas que yo también me hago constantemente y que están relacionadas con las tuyas.     Antes que ...