Las pepitas de melona en verano o de calabaza en invierno no consentía Salustiano que nadie de su familia las dejase abandonadas en el fregadero, ya que él era el encargado de dicho negociado y, además, una persona escrupulosamente cumplidora y exigente. Ya jubilado, se dedicaba a su entretenimiento preferido: lanzar a la calle invectivas en verso. ¿Que había un botellón cantarín a altas horas de la noche debajo de su ventana? Allá que iba lanzada una invectiva de papel: Por descanso vecinal no beban ni chillen tanto, que sin tanto molestar se pasan mejores ratos. ¿Que pasaba el camión de la basura con un ruido atronador? Pues otra invectiva que te crio: ¿Por qué no inventan, señores, un camión que no despierte, que deje dormir al mundo, que no asuste al tío Vicente? Eran quejas simpáticas, obsequiosas, nunca desairada...