A mi amiga Sole de
Málaga, con todo mi cariño
Hace ya
bastantes años de esto que voy a contar. Yo acababa de terminar la carrera de
Filología Hispánica en la Universidad de Sevilla y decidí apuntarme a los
cursos de Doctorado con la idea, luego no materializada, de escribir mi tesis
doctoral.
Uno de los
cursos, organizado por la infatigable profesora Mercedes de los Reyes,
consistía en hacer una investigación en el Archivo Municipal de Carmona en
busca de cualquier referencia a espectáculos teatrales organizados en dicha
villa durante el siglo XVII.
Por cierto, recuerdo
el día en que encontramos una referencia ya conocida en un acta del cabildo de
Carmona: la firma de Cervantes en un documento con una letra imposible.
Para poder
leer las actas capitulares o los protocolos notariales de aquella época,
Mercedes previamente nos aconsejó a los alumnos que nos apuntásemos a otro
curso de Doctorado específicamente dedicado a la Paleografía, que, según
el Diccionario de la lengua española, es la “ciencia de la escritura y de
los signos y documentos antiguos”.
Dicho curso,
dirigido por la profesora Carmen del Camino, fue un verdadero descubrimiento
para mí.
He vuelto a
revivirlo hace unos días, cuando, haciendo limpieza en el trastero, me volví a
encontrar con aquellos viejos apuntes de Paleografía. Los hojeé por encima y
volvieron a mí las sensaciones de aquellas tardes de jueves en que, durante dos
horas seguidas, los alumnos por turnos
intentábamos desentrañar -a veces con mucha dificultad- la enrevesada
letra de escribanos de un mundo ya fenecido en un aula de la antigua fábrica de tabacos de Sevilla.
Mis apuntes
conservan restos de aquella época:
En la muy
noble e muy leal çibdad de Sevilla, sábado primero día del mes de Jullio año
del nasçimiento del nuestro Saluador Ihesu Christo de mill e quatroçientos e
sesenta e nueve años…
En la
nao Vitoria, en el mar Pacífico, a un grado de la línea
equinoçial, a veynte e seys días del mes de julio año del señor de mill e
quinientos e veynte e seys, en presençia de mí, Ýñigo Ortés de Perea, contador de
la dicha nao capitana…
Aprendíamos en
aquellas hileras de palabras, que parecían signos arábicos, no solo el
contenido de aquellos escritos (testamentos, recibís, albalás…) sino
también curiosas informaciones sobre los distintos tipos de letra a lo largo de
la historia (gótica cursiva, humanística, itálica), sobre el oficio de
escribano y sobre sus rutinas de escritura.
Al volver
a encontrarme veinte años después con aquellos amarillentos apuntes y
aquellas preciosas fotocopias de documentos antiguos, tuve la impresión de que,
por causa de la revolución tecnológica, tenía yo ahora más conexión con el
mundo analógico de aquellas viejas grafías que con el mundo digital actual,
dominado por una tipografía sin adornos, por una letra pelada que tiende a
uniformar la de todos los que tienden a imitarla y que impide la creatividad
caligráfica.
En mi trabajo de profesor de enseñanza secundaria me encuentro con letras endemoniadas con las que tengo que pelearme para poder descifrarlas. Los que las perpetran se perdieron en los senderos que conectan la letra de enlace con la de imprenta.
En este caso, como
siempre, la experiencia es un grado y me permite leer párrafos que serían
ilegibles para cualquier ciudadano no habituado a tales aberraciones.
Curiosamente,
en los currículos de primero de ESO no aparece explícitamente señalado ningún
contenido asociado a la caligrafía, pero sí se recogen muchos relacionados con
la ortografía, la morfología... Es como si quisiéramos que el vino que se echa
en la copa sea un gran reserva de alta calidad, pero no nos importase que la
copa estuviese sucia, deteriorada, manchada. Me parece que este es un asunto considerado
baladí, pero tiene mucha importancia.
En este punto
hay que hablar por supuesto también de asuntos relacionados, como los márgenes,
la presentación, las tachaduras, etc.
No
quiero transmitir la idea de que los maestros de primaria no hacen
bien su trabajo. No es eso, pues tengo excelentes alumnos con una letra
magnífica, tanto que a veces se la elogio públicamente.
Afortunadamente,
no todo está perdido en este terreno. Puede decirse que el nivel medio de los
alumnos en el asunto de la caligrafía no es del todo malo, aunque, lógicamente,
puede haber muchas diferencias de un centro a otro dependiendo de variables socioeconómicas.
Gracias a
muchos vídeos publicados en Youtube, hay muchos alumnos que están aficionándose
a los trabajos de caligrafía o, como se dice ahora, al Lettering.
Todo ello en el sendero de una vuelta a una vida menos marcada por la
asfixiante presencia de la tecnología y más enraizada en los ritmos naturales
de la creatividad.
Teniendo en
cuenta que muchos estudios científicos señalan la conexión entre lengua y
pensamiento, así como la importancia para el cerebro de una buena coordinación
motriz basada en la lectura en papel y en una correcta caligrafía, no podemos
dejar pasar la oportunidad de potenciar en las nuevas generaciones la pasión
por la buena letra.
Porque, en las
millones de combinaciones que en nuestra vida haremos por escrito de las veintisiete
grafías de nuestro querido idioma, reflejaremos de una u otra forma el interior
de nuestra alma.
Y porque no
hay mejor presentación de una persona que su buena letra.
Comentarios