Los movimientos antivacunas
fueron solo el principio de la larga serie de acontecimientos que llevaron al
fin.
El mundo se volvió
loco y prefirió dejarse arrastrar por la voz de los iletrados, deseosos de fama,
anhelantes de oír sus nombres repetidamente en los telediarios.
Después empezó a cobrar
importancia inusitada una larga lista de movimientos, de antis (así los
llamaban porque empezaban todos con ese prefijo): los antivacas, los anticunas,
los anticompresas, los anticuadros, los antibigotes, los antiprocesiones,
los antihombres, los antimujeres, los anticatólicos, los antiniebla...
Las calles se
llenaron de carteles anti todo, y con tanta niebla era difícil ver con
claridad.
No se sabe bien
cómo, pero llegó un momento (que parece tuvo lugar a principios de 2022) en el
que todos los antis, todos los integrantes de aquellos movimientos contrarios a
tantas menudencias, decidieron coaligarse para formar un único y homogéneo partido global:
el partido ANTI (Agrupación de Necesitados de Tormentas Intelectuales).
Sus adversarios,
las personas normales básicamente, no tardaron en cambiar el significado de aquellas
siglas: Asamblea de Necesitados de Torpezas Infantiles.
Aquellos dos bandos
empezaron a litigar de manera desproporcionada. Por ejemplo, una asociación de anticarnívoros
vació en la puerta de un exclusivo restaurante de París el contenido de varios
cubos que contenían los excrementos de varias vacas de la Camarga, recogidos dos
días antes. Aquella pestilente performance llegó a las pantallas de
medio mundo y parte del extranjero.
Los antiantis,
sin embargo, eran más refinados: apenas pasaban de largas filípicas en sus
perfiles de redes sociales, aunque a veces algunos de ellos pasaban a la
acción. Una vez, por ejemplo, una asociación del partido ANTI de Sevilla acabó
empapelada con miles de estampitas de una conocida Virgen del barrio de la
Calzada.
En un momento dado,
la organización mundial del partido ANTI volvió mucho más efectivas sus
protestas, que eran grabadas e inmediatamente difundidas a los cuatro vientos
del mundo digital.
En ese proceso de
organización mundial de las protestas, los dirigentes del partido ANTI llegaron
al convencimiento de que sus verdaderos enemigos no eran los dueños de las macrogranjas,
los laboratorios que producían las vacunas de nanobots o los cantantes
melódicos tipo Raphael, sino los libros, el arte, la cultura, en suma.
El partido ANTI
inició una virulenta campaña contra los libros a nivel mundial en todos los
medios: televisión, redes sociales, radio, Internet...
Al principio no tuvo
mucho éxito la iniciativa. Apenas se registraron dos o tres incidentes aislados
en todo el mundo: un conato de incendio de autoría desconocida en una librería municipal
de Carolina del Norte, pintadas en la puerta de la biblioteca del CEIP Rafael
Alberti de Algodonales (Cádiz, Spain) y dos o tres tonterías dichas en redes
sociales por las juventudes ANTI de sitios muy localizados de Siberia.
Pero llegó el
verano, un verano eterno, seco, sin lluvias. La gente enloquecía, ávida de
noticias con las que alimentarse de odio.
Las bibliotecas empezaron
a arder en todo el mundo. Una ola de fuego, que barrió el planeta desde
California hasta Australia, convirtió en cenizas las joyas del saber, que
habían sido pacientemente rescatadas del olvido durante siglos por
bibliotecarios enamorados de su trabajo.
La prensa publicada
en papel no pudo soportar su larga crisis, acumulada desde hacía décadas, y se
vino abajo. Los pocos quioscos que quedaban en pie fueron también destruidos,
arrojados a la pira del fuego purificador.
Las radios, las
televisiones, las redes sociales se llenaron de opiniones de la nueva ola,
marcada por el partido único ANTI, presente ya en todo el orbe. Ya estaba prohibido
pensar más allá de los artículos establecidos por los estatutos del partido.
Es curioso el modo
en que se revirtió la situación. Y fue gracias a la música.
A finales del siglo
XXI los jóvenes de todo el mundo redescubrieron las canciones melódicas de
Raphael, Karina, Betty Missiego, Julio Iglesias, José Luis Perales, Rocío
Jurado, Nino Bravo, Cecilia, Mari Trini, Mocedades, Jeanette, Dyango, Bertín
Osborne, Marisol, Rocío Dúrcal, Isabel Pantoja, Alberto Cortez...
La reacción fue en cadena: surgieron foros de discusión sobre las letras de esas canciones, sobre sus compositores, sobre las vidas de sus cantantes... Pero faltaban datos, no todo estaba en la Red. Algunos empezaron a reclamar al partido ANTI el levantamiento de la prohibición de los libros en papel .
Las primeras
protestas surgieron en la primavera de 2120, justo un siglo después del inicio
de la pandemia del coronavirus.
El régimen ANTI fue
duro con los primeros manifestantes, pero luego tuvo que abrir la mano: la
canción melódica inundó las cadenas de televisión y se volvieron a abrir las
bibliotecas abandonadas, muchas de ellas aún negras de hollín.
Una ola de transición
democrática barrió el planeta desde Kioto hasta Alaska.
Desde entonces, los
partidos que conforman el arco parlamentario en este departamento del país son DLQD
(Digan lo que digan), TQ (Te quiero), LGBLL (La gata bajo la lluvia), UVLL (Un
velero llamado libertad) y LVSI (La vida sigue igual).
Y en el cielo, al
fin, descubrimos gaviotas.
¿O no?
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