
¡Qué relación más extraña la que hay entre la espontaneidad y las reglas convencionales! Por ejemplo, ¿qué torero no habrá querido volver del revés la estructura de la corrida o modificar alguno de sus aspectos fundamentales?
En esa lucha entre invención (que es individual) y convención (que es colectiva) surge el impulso artístico y creativo.
El genio obedece a causas muy profundas, muchas veces ininteligibles.
Otro ejemplo: ¿qué hubiera sido de los jugadores de rugby, inventivos o no, sin la locura espontánea de un tipo genial que inventó este deporte modificando a su antojo las reglas del fútbol? Pues que sin su espontaneidad e invención no existiría la convención a la que llamamos hoy con el nombre de la ciudad inglesa que la vio nacer.
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