
Paisaje posterior a la batalla: imagen de los restos de un botellón o botellona (ambas variantes son válidas). Lugar: cualquiera (para el caso es lo mismo).
Antes que nada, perdóneme usted, lector mío de mis entretelas, no haber podido acudir a la cita del pasado lunes, pero el virus de la gripe me ha tenido fuera de combate varios días.
El tema de mi reflexión hodierna es el de la creciente rebeldía de las masas ineducadas de jóvenes. Cada día leemos en la prensa noticias de asesinatos, violaciones y demás actos salvajes cometidos por adolescentes a los que años atrás la sociedad hubiese considerado prácticamente niños.
¿Qué es lo que está pasando en esta cultura posmoderna de masas con nuestros jóvenes? Es un tópico lo de considerar que el joven por naturaleza está destinado a destruir la cultura de siglos de tradición e imponer su barbarie y su falta de criterio. Hay tablillas sumerias en las que ya aparecen estas ideas. Sin embargo, hoy más que nunca parece que el grado de incivilidad de las nuevas generaciones alcanza cotas nunca vistas antes.
La respuesta debe estar en la situación de los padres de estos reyes de la casa. Hartos de trabajar todo el día fuera de casa, muchos padres apenas ven a sus hijos cuando llegan del trabajo, y si los ven y están un rato con ellos apenas los escuchan, o bien los escuchan demasiado... En fin, creo que éste es un problema fundamental de este mundo en el que vivimos y que sufrimos más tarde o más temprano todos. Los profesores, que estamos en la primera línea de la batalla, estamos más expuestos que otros colectivos a lidiar con estas nuevas generaciones de ni-nis (Ni quieren estudiar NI quieren trabajar), pero al final el problema termina afectando al conjunto de los individuos del sistema social en mayor o menor grado.
Estamos viendo día a día como niñas, que un año antes jugaban con muñecas, llegan a los institutos convertidas en muñecas seductoras tras arduas sesiones matutinas de maquillaje y peluquería; cómo chavales que un año antes jugaban con indios y vaqueros pasan a jugar con bebidas de alta graduación alcohólica. Se adelanta cada vez más la iniciación sexual de los jóvenes, aunque su mentalidad sea, por fuerza de la biología, necesariamente infantil.
Hace poco me contaba una compañera que un primo suyo le había regalado a sus hijos dos juguetes de una conocida película infantil. Le habían costado cien euros. ¡Cien euros!... El diez por ciento de muchas nóminas mileuristas. Ese hombre, que dedica gran parte de su sueldo a satisfacer todo capricho de sus hijos, dentro de muy poco tiempo estará destinado, si no lo remedia a tiempo, a seguir satisfaciendo sus deseos en una escala cada vez mayor (hasta costearles el dinero de las copas y las drogas). No sabrá cómo ponerles límites a sus hijos, porque él mismo no se los ha sabido imponer al tratar con ellos.
Piensen en el caso de los asesinos de Marta del Castillo, que se han burlado y se siguen burlando de la policía, de los jueces... y de todo aquel que se les ponga por delante.
Hemos perdido la idea de autoridad y una sociedad que hace eso está enferma necesariamente de hipocresía y de cinismo. Vale.
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P.S.: Fui hace poco a un sitio de cumpleaños de estos que están ahora tan de moda. Me dicen que para celebrar allí el cumple de mi hija debo soltarles, como mínimo, 132 euros del ala. ¿Es que estamos locos? Así nos va: los jóvenes aprenden pronto a nadar y guardar la ropa, a tener todos los derechos y ninguna responsabilidad. No sé... Pienso que se vive hoy demasiado deprisa sin poder reflexionar con los hijos acerca de las cuestiones fundamentales. Creo que estamos perdiendo los papeles, pero el problema es que nos metemos todos en la misma corriente y nadar contra ella es harto difícil.
Comentarios
Otro tema: no conozco a un hijo de un rico que sea decente, cuanto menos dinero se tiene, mejor educados suelen ser las personas (al menos antes así era). El problema es que hoy casi todos los jóvenes viven como si fueran hijos de ricos...
Aurora fijarse en lo que hace otros países está bien pero precisamente en EEUU los jóvenes pueden tener armas y conducir coches a los 16 años, uff se me pone los pelos de punta, es decir de gallina.
Besos y abrazos.
Lo que apunto es que en nuestro país, casi de modo excepcional, los jóvenes están "cuidados" -"malcriados" o consentidos serían también las palabras- de un modo que no lo están en ningún país de nuestro entorno, para bien en algunos casos (la idea de allí te las compongas no siempre es de recibo a los 17 años) y para mal en otro muchos...
Dicho lo cual, la falta de criterio de los padres en la educación de los hojos es algo tremendo. Es necesario poner límites, decir que no.
Un abrazo.