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¿POR QUÉ LA GENTE ANDA POR LA IZQUIERDA?



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    El niño bien educado irá siempre por el lado derecho de la calle y no por la acera izquierda.

    Cartilla moderna de urbanidad (Niños); Barcelona, Editorial F.T.D., 1929. Página 8.

    Definitivamente, los peatones no andan ya por la derecha, la cual era hasta hace poco la dirección que todo el mundo seguía en su paso por las aceras.
   No, los viandantes ya no van por su derecha. Y no sólo eso, sino que además -en sitios de cruce estrechos- no se giran de lado para presentar un perfil menos ancho al peatón que viene de frente. Lo que la gente hace es avanzar de frente igual que un soldado en una formación militar, ofreciendo toda su envergadura de pecho y brazos, a veces con mirada desafiante que se puede interpretar como “Aquí estoy yo”.
    Y si encima te pisan o se rozan excesivamente contra ti, no esperes una disculpa, porque ni siquiera se volverán para ver cómo has quedado después del encontronazo.
    Puede parecer un asunto baladí, pero yo creo que un pueblo que no sabe andar por las aceras de la calle no puede estar llamado a grandes empresas.
    Me he devanado los sesos intentando encontrar una explicación a la nueva moda de andar por la izquierda, pero no he conseguido hallarla. ¿Demasiado alcohol en los estómagos?, ¿quizás un abuso de series de televisión de Inglaterra, país que, como es sabido, conduce de la forma equivocada?...
    En realidad, yo creo que el personal no anda por la izquierda, sino por donde le sale de las narices, ya que quizás no se le haya indicado nunca por dónde tiene que ir.
    Aquellos antiguos manuales de urbanidad pasaron a la historia, pero se echa de menos de vez en cuando que a la gente se le lea la cartilla, concretamente el apartado dedicado a por dónde se debe andar por la acera.
    Y si encima de todo llueve, el asunto pasa a complicarse, ya que te pueden clavar en el ojo la varilla de un paraguas antes de que te des cuenta.
    Propongo a los señores políticos que fomenten las normas de urbanidad en sus leyes. Podrían enseñarse buenas normas de protocolo en las escuelas o en alguna de las miles de cadenas de televisión de que disponemos hoy.
    Incluso ofrezco posibles títulos para los diferentes temas: “Andar por la calle”, “El volumen de voz al hablar en los sitios”, “El decoro en el lenguaje”, “Comportamientos en el coche”, “Cómo vestir en cada ocasión”...
    Parece que el civismo y la buena educación tienen sus horas más bajas hoy, quizás porque su cultivo se vea como un asunto del pasado, algo ya superado que tiene connotaciones retrógradas y carcas.
    Por desgracia, los manuales de urbanidad han desaparecido cuando más falta hacen y, por ello, ancha es Castilla. Se ha abierto la veda: la norma es la ausencia de norma, o sea, que cada uno haga lo que le salga de las narices.
    ¡Dios nos coja confesados!

Comentarios

Jesús Cotta Lobato ha dicho que…
Es algo que yo venía notando, pero que no sabía expresar con tanta claridad. Gracias.

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