«Anoche me despertó, una vez más, el doble pitido que me avisaba de que se había vuelto a quedar un poco abierta la puerta de la nevera. Todo está empezando a fallar. Con frecuencia confundo recuerdos y sueños. A veces me sorprendo preguntándome quién soy realmente. Aproveché el paseo nocturno para volver a tirar de la cisterna, que también se empeña en despertarme a esas horas en que el sueño se ha apoderado, como un tibio velo, de mi cuerpo, agotado por la fatigosa tarea de intentar contactar con alguien en esta región devastada. Esta mañana volví a repetir, por milésima vez, el mensaje de aviso: “Este es un mensaje para cualquier habitante del sector G… Repito: Este es un mensaje para cualquier habitante…”. Mis palabras suenan frías, monocordes, casi robóticas, fruto del insomnio y el hartazgo. El contador inverso se aproxima al momento estipulado hace siglos. Mucho tiempo atrás me convencí de que ya no hay nadie por aquí que pueda viajar conmigo. De pronto, del fondo ...