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♣ Terminar de leer o de escribir un libro supone “estar de luto”, porque algo ha muerto en nosotros al final de esa vivencia más o menos deleitosa. Algo muere en nosotros y algo nace también: la divina conciencia de las cosas.

♣ Aún está por ver el impacto negativo del poder desestabilizador del sexo por el sexo, la idea del sexo como fin, la cual nos animaliza.

♣ Los buenos escritores ocultan su vida con sus palabras. Los malos ocultan sus malas palabras con su vida.

♣ La informática es otra actividad alienante: ¡Tres horas para cambiar la letra a una frase!

♣ No existen ya las generaciones: lo comprobé esta mañana, cuando doña Paca Gutiérrez, con sus ochenta años de peso, cruzó un paso de peatones vestida con una minifalda rosa, un top negro ceñidísimo y una chaquetilla de diseño.

Su esqueleto se balanceaba al ritmo de la música que escuchaba en sus walk-man.

¡Vivan los años bien llevados!

♣ Para quejarme de todo prefiero la queja global de la novela a la especialización en pocos temas propia del ensayo o del asociacionismo reivindicativo.

♣ Cerraron la librería de debajo de mi casa. Ahora ocupa su lugar una academia de Informática. Es el signo de los nuevos tiempos: ¡La letra ha muerto!, ¡viva el chip!

♣ Me vence la enfermedad. Cejo en mi empeño de ordenar el caos para llegar a la verdad. Adiós a la vida, adiós a mi novela, adiós a los restos de un naufragio novelístico...

Comentarios

L.N.J. ha dicho que…
Su primera frase me resulta un poco inquietante, nada muere o nace, sino que se transforma, sobre todo cuando se leen muchos libros del mismo o variados autores.
Quizás sean distintas formas de sentir lo que se lee.

Saludos.

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